#AguaParaElEko: autogestión, acción directa y soluciones no hegemónicas

#AguaParaElEko es el típico producto de la acción directa, el apoyo mutuo y la autogestión en red. Decenas de compañerxs nos han echado una mano. Todxs los colectivos del Eko y sus alrededores de una u otra forma han participado y aportado algo. Cada unx en función de sus posibilidades y sus deseos. Como debe ser.

El contexto, la situación, el problema

Hace ya más de dos años cortaron el agua al Eko. No sabemos si fue el Canal de Isabel II, el Ayuntamiento de Carmena o Pablo Casado. La verdad es que nos da igual. No la cortaron de cualquier forma: abrieron una zanja y cortaron la tubería de entrada de cuajo. Tampoco esperábamos otra cosa, la hostilidad institucional es el medio en el que nos movemos.

No reaccionamos a tiempo. En ocasiones, debido a sus dimensiones, el Eko puede ser un agujero negro que absorbe toda la energía que pasa por allí. Es enorme, son cuatro plantas diáfanas de unos 1000m2 cada una, más un sótano y una terraza, y gestionar un espacio de este tamaño ya es de por sí una tarea ingente. Cuando nos dimos cuenta el daño ya estaba hecho.

De un día para otro no había agua corriente y sin agua las cosas son un poco más chungas. La primera idea, la que a priori era la más lógica, era reengancharse a la acometida que nos habían quitado o incluso hacer una nueva. Volver al punto de salida. Aunque de entrada ya parecía difícil y pesada, era asumible, nada que no se haya hecho en cualquier otro centro social.

Aún así, durante meses estuvimos solucionando esto con alternativas tan antiguas como pesadas: traer agua en bidones desde fuentes o espacios afines, traer garrafas desde casa o incluso comprarlas en un súper cercano. La improvisada recuperación del oficio de aguador, desaparecido hace casi 100 años, solo empeoraba la situación. Para lxs que no lo hayáis probado este es posiblemente uno de los curros más desagradecidos y pesados en los que una persona se puede meter.

El reenganche desde luego, generaba cantidad de tareas rollo (picar, cavar, sacar escombro), y tampoco teníamos muy claro cómo hacerlo. Aún así nada de eso ha sido nunca un impedimento. Generalmente el curro que es un rollo, si es necesario o si queremos hacerlo, se reparte y se hace y si nadie sabe cómo hacerlo, pues alguien aprende o pedimos ayuda a personas afines que lo sepan, y se hace. Y ya está.

Pero en este caso los trabajos seguían retrasándose. Tras varias personas y grupos intentando dinamizar esta movida, nadie conseguía avanzar más allá de las típicas comprobaciones que no llevan a ningún sitio: “sí, la zanja habría que hacerla por aquí”…

Cada vez era más aburrido e insostenible ir a rellenar bidones y traerlos de vuelta. El día a día en el Eko se hacía más precario de lo normal.

Acción directa, autogestión

En invierno los viernes por la noche en el Eko se baila swing. Los viernes también suelen visitarnos personas que normalmente no participan en el espacio. Uno de esos viernes surgió una conversación al hilo del tema del agua. Y de ahí salió la idea “si lo pueden hacer en el desierto en Bolivia…”. Se refería tanto a los sistemas de recogida de agua de lluvia como a los atrapanieblas que ya se usan por todas partes, en Perú, en Chile, en
Bolivia, en Yemen, Sudáfrica. Obviamente en Madrid un sistema de captación de agua de lluvia tenía mucho más sentido que un atrapanieblas.

Todo esto es significativo. La idea original surgió de una conversación con una persona completamente ajena al espacio, ajena incluso al rollo autogestionario, okupa, etc. Y también el ejemplo que utilizó: Bolivia, el desierto… No es que esta práctica sea nueva u original. Es tan antigua como la humanidad, pero no se nos habría ocurrido nunca. De hecho no se nos ocurrió en casi un año sin agua corriente… Además las primeras reacciones fueron de incredulidad, especialmente en un año que fue bastante seco. La idea parecía más pintoresca que práctica y sólo tras las primeras comprobaciones acerca de las precipitaciones medias en madrid y de la superficie de recogida disponible algunas personas se empezaron a tomar en serio el plan.

Hicieron falta varias asambleas, una fiesta para financiarlo todo, una campaña entre colectivos y gente afín para que colaboraran, unos cuantos días de preparación y bastantes días de curro. Durante todo este proceso más gente se fue incorporando y finalmente el Eko tiene agua de lluvia durante la mayor parte del año y sin grandes
problemas.

El sistema

Traer agua de grifo a Madrid fue una novedad del siglo XIX y solo fue posible gracias al trabajo de miles de presidiarios, muchos de los cuales murieron durante las obras por accidentes laborales propios de la dificultad de canalizar agua desde el río Lozoya hasta el norte de la ciudad y por las enfermedades debidas a la dureza del trabajo y las condiciones [1]. Casi como en cualquier obra de gran envergadura. En nuestro caso todo fué más rápido. Culminamos, es un decir, el proyecto más de un año después, con 150 m² de recogida de agua y 7000 litros de capacidad de almacenamiento, algo que, con el permiso del colapso climático, parece adecuado para nosotras en este momento. Con una terraza como la del Eko, podríamos aumentar tanto la superficie de recogida como la capacidad de almacenamiento, pero hay que saber parar.

Antes de la fiesta para financiar el proyecto hicimos un dibujo del sistema que planeábamos hacer:

[Los planes iniciales]

[Los planes iniciales]

Finalmente la cosa consistía en algo aún más sencillo: intervenir las bajantes de agua pluvial que vienen de la terraza, desviando el agua a unos depósitos que la acumulan y que posteriormente la vierten a la red de distribución del edificio (una red preexistente en nuestro caso, pero que en otras situaciones es necesario instalar de cero). Nuestros depósitos están en la cuarta planta y los puntos habituales de consumo
en la planta baja, por lo que la propia fuerza de la gravedad es suficiente para hacer salir el agua con presión en las cisternas de los váteres, pilas y fregaderos de la primera planta.

[La terraza del Eko es una maravilla… y no solo por sus vistas]

[La terraza del Eko es una maravilla… y no solo por sus vistas]

[La madre de todas las soluciones: intervenir las bajantes pluviales]

[La madre de todas las soluciones: intervenir las bajantes pluviales]

Y a partir de esta idea inicial, introdujimos mejoras:

● La primera y fundamental es incluir una forma en la que, en caso de llenarse, los depósitos desagüen automáticamente el agua sobrante (aunque se trate de agua bastante limpia, una pena). Nosotrxs lo conseguimos sellando la entrada de agua inicial de la bajante en el depósito y de allí, a través de otra tubería que tiene una ligera pendiente sobre la horizontal, se enganche a la continuación de la bajante inicial hacia el sistema de alcantarillado, a través de la cual descarga el agua excedente. La ligera inclinación de esta tubería de enlace al desagüe es necesaria para evitar la pérdida de agua por ella en casos en los que el depósito no está totalmente lleno. Así nuestro sistema es automático.

[El moderno sistema de desagüe automático]

[El moderno sistema de desagüe automático]

● Equilibrar la carga de agua de todos los depósitos para que se maximice su capacidad de captación de agua con un sistema de vasos comunicantes a la salida de todos los depósitos, de forma que las cargas se distribuyen automáticamente por la acción de la presión atmosférica.

[Nuestra red de vasos comunicantes entre depósitos]

[Nuestra red de vasos comunicantes entre depósitos]

● Reservas de agua: destinamos algunos depósitos para el consumo de agua en los meses de menor volumen estimado de precipitación (de junio a septiembre en el caso de Madrid). Sin más: una vez que algunos depósitos están llenos los cerramos y los reservamos para las épocas de escasez.

[Los depósitos de la izquierda son nuestra reserva para los periodos de escasez]

[Los depósitos de la izquierda son nuestra reserva para los periodos de escasez]

● Aislar el sistema de captación de agua del sistema de distribución: destinar un único depósito a estar conectado directamente a la red de distribución de agua del edificio, separado del resto de los depósitos que recogen el agua de lluvia. El primero se alimenta de los segundos manualmente. A voluntad, abriendo y cerrando una llave de paso. ¿Y por qué este lío? Porque así, en caso de fuga (una junta o llave que falla y va dejando salir una gotita de agua cuando no debe), descuidos (alguien se deja un grifo abierto – horroooooor!) o avería gorda (rotura de una tubería o sabotaje), el agua que se pierde es como máximo el de un depósito y
no el de todo el sistema de almacenamiento.

● Eliminar microorganismos del agua recogida. Lo conseguimos de dos modos: 1) pintando los depósitos con pintura negra para reducir drásticamente la entrada de luz hacia su interior y disminuir así las posibilidades de crecimiento de algas y desarrollo de microorganismos. Y 2) Mediante un tratamiento químico para purificar el agua [2]: añadimos 1 litro de lejía por cada mil litros una vez al mes.

[Nuestra amiga: la botella de lejía]

[Nuestra amiga: la botella de lejía]

Por supuesto, el sistema que acabamos de describir no proporciona agua potable, aunque no nos cabe duda que podríamos conseguirlo con un esfuerzo relativo – filtros que eliminen partículas en suspensión y tratamientos químicos que eliminen más exhaustivamente los microorganismos. El caso es que en estos momentos creemos que el trabajo sería excesivo comparado con el resultado y el coste que supone la “solución” actual (menos de un euro semanal invertido en agua mineral en el peor de los casos [3], siempre y cuando no lo traiga alguien de casa, como ocurre habitualmente, en cuyo caso el coste se reduce ostensiblemente). No obstante, esperamos abordar este asunto en el futuro, independientemente del precio que el sistema capitalista ponga a una necesidad básica como es el beber agua: porque nuestra intención no es ahorrar dinero sino ser capaces de gestionar todas nuestras necesidades de forma autónoma.

Consecuencias imprevistas

Y el interés de una propuesta como esta no reside exclusivamente en ser capaces de obtener la mayor parte del agua que necesitamos de forma autónoma:

  1. Embarcarse en un proyecto complejo como este requiere de una organización más potente que las habituales en un centro social como el Eko, más o menos abierto al barrio y que está habitado y gestionado por personas y colectivos muy heterogéneos. Haber sacado este proyecto adelante nos ha empoderado y ha afianzado nuestra organización interna. También ha generado un nuevo grupo
    rotativo en el espacio que se ocupa de gestionar el sistema, estando atento a disponibilidades y necesidades.
  2. Pasar del agua proporcionada por el Canal de Isabel II a través de una tubería a un sistema en el que consumes el agua de la lluvia supone un cambio cultural enorme con consecuencias directas sobre nuestras prácticas: el agua es escasa, intermitente y enormemente importante. Y así hay que tratarla, con sumo cuidado, sin derroche: estando atentxs a cualquier fuga, limitando el agua que sueltan las cisternas en cada descarga, limitando el número de puntos que proporcionan agua, etc… En definitiva: preocupándonos de este recurso vital.
  3. Usar agua de lluvia te acerca a la naturaleza. Nadie en el Eko ha estado nunca más feliz de tener ese “mal tiempo” que es fundamental para la vida. Nos encanta que llueva. Ya no podemos vivir sin consultar periódicamente el servicio meteorológico de AEMET que nos da previsiones y estimaciones de
    precipitaciones.
  4. Es un paso más que nos prepara para el que para muchas personas es más que probable colapso energético y medioambiental. De producirse este colapso, es algo que no llegará gradualmente, sino de golpe. Y las situaciones en las que estos cortes repentinos de energía y otros suministros se han producido y se han documentado no son frecuentes. Si queremos estar preparadas para lo que probablemente se nos viene encima, tenemos que saber más sobre múltiples experiencias, en muy diversas escalas: desde el drástico corte de suministro de petróleo a Cuba tras el colapso de la Unión Soviética en 1991 hasta el corte total de electricidad en el barrio okupado y autogestinado Errekaleor en Vitoria-Gasteiz en 2017 o la necesidad de organizarse después de una catástrofe medioambiental en un entorno ya asolado social y políticamente por el neoliberalismo, como en Puerto Rico tras el paso del huracán María en 2017 [4]. Y ahí, a una escala muchísimo más pequeña, nos gustaría poner nuestro humilde y discreto granito de arena con nuestro proyecto de autoabastecimiento de agua.

¿Por qué no se hace más a menudo?

Como vemos, recoger agua de lluvia es una tarea relativamente sencilla y barata, pero sorprendentemente poco común. Hemos realizado una tarea de investigación y aprendizaje que se pone a disposición del barrio, de los colectivos y las comunidades que tengan algún problema de suministro de agua y una terraza o que incluso sin tener ninguna de las dos cosas quieren experimentar con algo similar.

Y ahora, con el sistema en funcionamiento, nos preguntamos: ¿Por qué recoger agua de lluvia es tan poco frecuente? ¿Por qué no viene a nuestra mente esta posibilidad en situaciones de escasez de agua? Desde luego somos conscientes del desastre medioambiental en el que estamos inmersos: las graves sequías que nos azotan cada pocos años hacen que desconfiemos cada vez más de un suministro que viene del cielo y que, desgraciada y paradójicamente, nos hagamos más y más dependientes de las grandes obras y planificaciones de empresas públicas o privadas, que son las mismas responsables de ese desastre medioambiental… Cada vez menos autónomos y más dependientes de los avatares del sistema, de sus decisiones políticas y sus corruptelas.

No obstante, en este entorno, ¿no cobra todo su sentido intentar independizarse de sus tejemanejes? Si no podemos totalmente, al menos en parte: quitar al sistema bocados de autogestión en los que no nos gobiernen, en los que seamos nosotros y nosotras quienes decidamos cómo resolver nuestras necesidades. Bocados de vida en los que seamos libres del sistema capitalista.

No es algo nuevo. Todo lo contrario: es lo que ha hecho la gente durante milenios… y también hoy en día: basta con mirar a miles de experiencias de fuera de nuestra sociedad más próxima, más lejanas en lo geográfico y lo mental, donde este tipo de soluciones están a la orden del día y son parte fundamental para el sostenimiento de la vida. Pero, claro, esta mirada a lo subalterno, a lo no hegemónico, no de una forma altiva y superior, sino humilde, para aprender otra forma de hacer las cosas, que sea más libre, más enraizada en las comunidades, más autónoma, es algo a lo que no estamos acostumbradas. Es más: ni lo vemos. Podemos tener contacto periódico con estas comunidades que no están en el vórtice de la vida capitalista, pero difícilmente nos liberamos de nuestra mirada superior, colonial. Y en el caso del Eko, también: si no fuera por la visita de gente ajena a los movimientos autogestionados de la ciudad de Madrid y proveniente de otros entornos culturales más o menos diferentes al nuestro, difícilmente habríamos llegado a una solución para el agua como la actual. Seguiríamos empecinados en recuperar una tubería que nos siguiera enganchando al Canal de Isabel II, y con ella, al capital.

Autogestión y acción directa

Estamos encantadxs de haber solucionado este problema por nuestros propios medios, sin intermediarios, de forma autogestionaria, sin depender de nadie [5]. De la única forma que merece la pena. Llevamos mucho preparándonos para un tiempo, que llegó hace mucho, en el que los saberes estratégicos tienen que ser recuperados por los barrios, por las comunidades y por los colectivos, y ¿qué saber hay más estratégico que la gestión de la propia agua? A eso hemos dedicado nuestras fuerzas recientemente, pero no es más que un paso más: la propia existencia de un espacio sociocultural y político como el Eko responde a esta intención, al igual que las luchas que desarrollan muchas asambleas en el barrio, como la de defensa del derecho a la vivienda o la de autodefensa laboral, y también los recursos que proporcionan huertos colectivos como El Solar de Matilde y los espacios, herramientas y saberes del Nodo de Producción de Carabanchel.

Y ahí no queda la cosa…

… porque le hemos cogido el gustillo

Este ha sido un primer paso. Apasionante para quienes hemos estado implicadas. Pero desde luego no es el único. ¿qué podemos hacer en cuanto a la autogestión eléctrica y energética? ¿qué hacemos con la seguridad y los cuidados? A eso dedicaremos nuestra fuerza a partir de ahora. Os esperamos en el Eko. Si odiáis a lxs jefes y las jerarquías y os gusta el apoyo mutuo y la autogestión, siempre seréis bienvenidxs.

 

 

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[1] Sobre la construcción del Canal de Isabel II por parte de presidiarios, ver información, por ejemplo, en http://blogdejesus.com/2010/04/15/los-presos-construyeron-el-canal/ y en http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM008679.pdf

[2] Ver https://web.stanford.edu/~twmark/agua/metodos_para_purificar_el_agua.htm

[3] A este respecto, no se nos escapan las noticias sobre el control por parte de empresas y magnates de importantes recursos hídricos. No estamos en condiciones de verificar esta información, por supuesto, pero no nos extraña en lo más mínimo, porque esa es una de las bases del capital: la expropiación de bienes comunes para su explotación y beneficio privados.

[4] Ver el análisis de la situación de Puerto Rico un año después del huracán María y las soluciones encontradas por grupos autogestionados ante la inacción del gobierno neoliberal en https://www.todoporhacer.org/puerto-rico/

[5] En realidad compramos bastantes materiales en el mercado, algunos derivados del petróleo. Intentamos en todo caso reciclar lo más posible, reutilizar, etc. En definitiva el valor ecológico que tiene esta acción es que nuestro consumo de agua ha descendido mogollón y que nuestra conciencia sobre el valor del agua y la importancia de gestionarlo correctamente ha crecido proporcionalmente.

 

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